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«Desde 2022, Europa se ha liberado a una velocidad impresionante de su dependencia del gas ruso que recibía vía gasoductos. Dado el avance en el almacenamiento de energía, Europa tiene ahora la gran oportunidad de centrar estos esfuerzos en suministrar energía limpia de bajo coste, a fin de garantizar la competitividad de la producción manufacturera y una transición justa. En contra de la percepción general, las energías renovables siguen siendo la forma de electricidad más barata en la mayoría de los mercados a nivel mundial. Una red eléctrica de gran calidad, unos tipos de interés bajos y el mayor mercado de consumo del mundo ofrecen al continente una oportunidad única en un contexto geopolítico en proceso de desintegración».

Parece que existe consenso con respecto a que la falta de atractivo de los mercados de capitales europeos se debe a problemas estructurales que los gobiernos son incapaces de solucionar. En este documento se relata que existe una combinación de necesidad, oportunidad y urgencia que podría proporcionar unos precios de la electricidad sosteniblemente bajos a medio plazo, algo que podría ser revolucionario.

Puntos clave:

  • Se está perfilando un nuevo orden económico y geopolítico en el que destacan tres centros de gravedad económicos: Estados Unidos, China y la Unión Europea. Cada uno de ellos presenta fortalezas y debilidades estructurales y un sistema de gobierno distinto, que, en última instancia, determina el rumbo de su política. Este nuevo orden da prioridad a la lógica geoeconómica sobre la lógica económica tradicional.
  • El papel de la seguridad energética es fundamental en un mundo cada vez más condicionado por la geopolítica. Este es un punto débil crítico de China y Europa, que ambos países tratan de resolver mediante la electrificación. Se prevé que la demanda mundial de electricidad crecerá más rápido que la tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB), al menos hasta 2030.
  • Esta situación conduce a una reorganización de la geografía económica en la que resultan cruciales la disponibilidad de la energía y su coste. En general, la electrificación no constituye únicamente un reto tecnológico, sino que también está interrelacionada con las prioridades políticas, el desarrollo económico y la seguridad industrial y nacional.
  • En Europa, los tres factores principales que impulsan la electrificación son el cambio climático, la digitalización y la presión geopolítica, que requiere urgencia. Por fortuna, Europa ha avanzado en su transición a las energías renovables y ya obtiene el 48 %1 de su electricidad a partir de fuentes renovables, con lo que ha mejorado su seguridad energética estratégica.
  • Existe una vía realista para que Europa desarrolle una red eléctrica continental resiliente y de bajo coste estructural, que podría impulsar notablemente la productividad y sacar a la región del fango económico.
  • El horizonte temporal es 2030 y entre los indicadores se incluyen la política nacional, la entrega de proyectos, los nuevos interconectores y la infraestructura de almacenamiento. Cualquier desvío que se produzca en los próximos tres años podría retrasar notablemente este objetivo.
  • Los países mejor posicionados en la actualidad son los Países Bajos, Dinamarca, el Reino Unido, España y Alemania, porque son los que más han avanzado en energías renovables y han logrado electricidad de bajo coste o lo harán en 3-5 años. Italia es el país con más dificultades (todavía obtiene el 56 % de su energía del gas y tan solo el 20 % de la eólica y solar2). Polonia (abocada a un déficit energético debido al cierre de las plantas obsoletas, mientras sigue dependiendo en un 61 % del carbón, pese al incremento que las energías renovables hasta el 27 %3) y Francia podrían situarse entre los aventajados o los rezagados, dependiendo en gran medida de su política nacional. Otros países, como Suecia4, operan con varios mercados regionales y Alemania podría pasar a tener dos zonas, lo que promueve la inversión en interconectores.
  • En última instancia, el mercado mayorista de la energía de la Unión Europea (UE) se basará en tres pilares:
    • Suministro con un bajo coste de explotación y activos de energías limpias (p. ej., renovables, nuclear) que requieren inversión en interconectores para facilitar la transferencia de energía excedente a las zonas que lo necesitan.
    • Suministro adicional con contratos a largo plazo (por ejemplo, gas canalizado, gas licuado enviado conforme a entregas/precios fijos y regulares).
    • Necesidades a corto plazo valoradas en un mercado europeo al contado (compras al contado de suministro eléctrico o cargamentos de gas natural licuado (GNL)).
  • El motivo para confiar en este escenario es sencilla, ya que el factor que impulsa tanto la defensa como la electricidad es el mismo: la supervivencia en un mundo cada vez más hobbesiano5, en el que los países deben levantarse o ser pisoteados.


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