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Los inversores cada vez están más preocupados por la desglobalización, ya que diversos cambios geopolíticos, económicos y tecnológicos están alterando décadas de mayor integración a nivel mundial. La idea de que el comercio mundial está cada vez menos interconectado podría tener graves consecuencias para los mercados financieros y podría aumentar la vulnerabilidad de los mercados emergentes.

Entre los principales factores que contribuyen a la desglobalización se incluyen el nacionalismo económico y el populismo. Como prueban los recientes cambios en la política de EE. UU., resulta frecuente que los líderes populistas culpen a la globalización de las dificultades económicas, lo que hace que la atención pase a centrarse en proteger la industria nacional, el empleo y el capital, en vez de perseguir la cooperación internacional. El nacionalismo económico guarda relación con las medidas antiinmigración y el proteccionismo cultural, del que el Brexit es un ejemplo, que en determinados casos puede hacer que una nación se desvincule de los mercados mundiales. Además, parece que el aumento de las tensiones geopolíticas y las inquietudes en materia de seguridad nacional han acelerado este distanciamiento de la interconexión global. Conflictos como la guerra entre Rusia y Ucrania y la disputa comercial entre Estados Unidos y China han alterado las cadenas de suministro de distintas formas, mientras que el uso de instituciones internacionales como arma, como la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT), ha introducido un nuevo vector de vulnerabilidad en los mercados de renta fija soberana, que históricamente habían dependido de las interrelaciones del mercado mundial. A su vez, esto ha servido de catalizador para evaluar la arquitectura tradicional del mercado mundial. Además, la pandemia de COVID-19 ha provocado una reevaluación fundamental de la interdependencia mundial, sobre todo en sectores esenciales como los semiconductores.

En este documento, analizamos si realmente se está produciendo la desglobalización y evaluamos los riesgos potenciales que plantea para los mercados emergentes.

Nuestra conclusión

Si bien entre los inversores ha aumentado la inquietud en torno a la desglobalización, existen pocas evidencias que sugieran que en esencia el mundo está cada vez menos interconectado. Aunque la globalización se ha estancado en las últimas dos décadas, los recientes cambios políticos y el aumento de las tensiones geopolíticas todavía podrían tener implicaciones importantes en los mercados financieros. Pese a estos riesgos, creemos que los mercados emergentes están en una buena posición para mantener su resiliencia e incluso pueden salir reforzados.

Los mercados emergentes siguen contando con una importante ventaja de costes con respecto a los mercados desarrollados, en los que el aumento de los costes laborales es cada vez más insostenible. Los recientes cambios introducidos por EE. UU. en los aranceles podrían provocar un cambio de orden en las cadenas de suministro a favor de economías emergentes más rentables. Además, es probable que el aumento de la especialización de los mercados emergentes y su capacidad para lograr economías de escala respalde su constante resiliencia comercial, ya que la reubicación de la producción fuera de estos mercados sigue siendo costosa y compleja.

Dado que la integración internacional se ha ralentizado, muchos mercados emergentes han intensificado sus vínculos económicos regionales, impulsados por una clase media en aumento y una demografía favorable, lo que ha contribuido a una mayor integración dentro de las regiones. Creemos que es probable que esta tendencia se mantenga, sobre todo debido a que los flujos comerciales regionales no se ven afectados en gran medida por las políticas de los mercados desarrollados. Los mercados emergentes también se han vuelto menos dependientes de los flujos de capital mundiales, gracias al desarrollo de mercados locales de bonos de mayor calado y más estables. Estas mejoras en los sistemas financieros nacionales han mejorado su resiliencia ante perturbaciones externas.

Sin embargo, creemos que para que los mercados emergentes desarrollen todo su potencial será fundamental contar con políticas de apoyo que faciliten el comercio. Las infraestructuras continúan suponiendo un limitante clave en muchas regiones, y será fundamental una mayor inversión en logística, transporte y conectividad para favorecer un crecimiento adicional. Es probable que, como consecuencia, algunos países se encuentren mejor posicionados que otros para salir beneficiados. En general, consideramos que las preocupaciones relativas a los efectos adversos para los mercados emergentes que puede tener la desglobalización parecen exageradas.



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