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Puntos clave

  • A medida que empieza a haber claridad sobre los aranceles, disminuye una importante fuente de incertidumbre para las empresas, los consumidores y los mercados financieros. Se prevé una mejora de la confianza empresarial, sumada al impulso tributario y fiscal de la One Big Beautiful Bill Act (Ley grande y hermosa).
  • Los principales riesgos a corto plazo son una ralentización adicional del mercado laboral y las altas valoraciones de la renta variable, aunque creemos que es posible que los inversores logren sobrellevarlos en los próximos meses.
  • Un período de crecimiento débil o un leve retroceso temporal del mercado podrían suponer una oportunidad de compra para los inversores a largo plazo, ya que creemos que es probable que la economía y los beneficios de las empresas se aceleren durante los próximos 12 meses.
     

Los avances en los acuerdos comerciales suponen una victoria para las empresas de Estados Unidos

En las últimas semanas, la administración Trump ha anunciado una serie de acuerdos comerciales, además de una actualización de los tipos de los aranceles aplicables a muchos países que todavía no han firmado un acuerdo. Se han alcanzado acuerdos con socios comerciales clave como la Unión Europea, Japón, el Reino Unido y Vietnam, al tiempo que existen «treguas» arancelarias aplicables a China y México. El tipo arancelario efectivo es del 17 %, lo que supone un moderado repunte con respecto a su nivel de finales de junio, aunque sigue siendo más bajo que las estimaciones de mediados de julio.

Gráfico 1: Tendencias desfavorables de los aranceles

Datos a 1 de agosto de 2025. Fuente: Yale Budget Lab.

Lo que es todavía más importante, parece estar surgiendo una «nueva normalidad» en el comercio con tipos arancelarios que oscilan entre el 10 % y el 25 %, derechos más elevados aplicados a los productos en trasbordo (es decir, las reexportaciones), cuotas para productos clave y acuerdos de inversión o financiación. En general, el contexto comercial se asemeja a nuestras previsiones de mediados de año y, por lo tanto, seguimos creyendo que la subida de los aranceles desacelerará el crecimiento económico de Estados Unidos y aumentará la inflación, pero no provocará una recesión. El gráfico de riesgo de recesión de ClearBridge, que se mantiene en general en terreno expansivo «verde» y no ha registrado ningún cambio en sus señales este mes, confirma esta idea.

Gráfico 2: Panel de riesgo de recesión en EE. UU.

Datos a 31 de julio de 2025. Fuentes: Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), Reserva Federal, Oficina del Censo, Institute for Supply Management (ISM), Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos (BEA), American Chemistry Council, American Trucking Association, Conference Board, Bloomberg, CME, FactSet y Macrobond. El gráfico de riesgo de recesión de ClearBridge se creó en enero de 2016. Las referencias a los indicios obtenidos en los años anteriores a enero de 2016 se basan en la forma en la que se reflejan los datos subyacentes en los indicadores que lo componen en ese momento.

A medida que se concretan las medidas arancelarias, disminuye una de las principales fuentes de incertidumbre que ha afectado a las empresas, los consumidores y los mercados financieros. Se prevé una mejora de la confianza empresarial para este otoño, ya que los directivos de las empresas ahora pueden tomar decisiones de contratación y capex que habían pausado debido a la falta de previsibilidad, sumada a los incentivos tributarios y un impulso fiscal de la One Big Beautiful Bill Act (Ley grande y hermosa). De hecho, en las dos últimas semanas se han anunciado varias operaciones de fusiones y adquisiciones, incluida una fusión entre los ferrocarriles Union Pacific y Norfolk Southern, y una alianza entre los bancos regionales Synovus Financial y Pinnacle Financial.

Este contexto es coherente con nuestras opiniones presentadas el mes pasado, relativas a que en el segundo semestre la economía podría experimentar un período de lento crecimiento provocado por los aranceles, para posteriormente volver a acelerarse en 2026, gracias a catalizadores como las bajadas de tipos de la Fed, el estímulo fiscal y la mejora de la confianza empresarial.

Los dos mayores riesgos que tenemos ante nosotros son una desaceleración adicional del mercado laboral y las elevadas valoraciones de las acciones. El mes pasado ya abordamos el primero, aunque el informe del viernes en el que se conoció la cifra de creación de empleo, de 73.000 puestos, cogió a muchos por sorpresa (incluso a nosotros). Si bien ya habíamos señalado que unas cifras de creación de empleo por debajo de los 100.000 puestos al mes podría suponer la «nueva normalidad», dados los despidos relacionados con el DOGE, el envejecimiento de la población y la reducción del flujo de inmigración, no esperábamos que el mercado laboral se ralentizara a este nivel tan pronto.

Y lo que es todavía más sorprendente, las revisiones de -258.000 en las cifras de mayo y junio sitúan la media de tres meses en un mísero ritmo de +35.000 como tendencia, lo que significa que existe escaso margen para futuras decepciones. Dado que la creación de empleo está estancada y las tendencias desfavorables previstas a causa de los aranceles, es muy probable que en los próximos meses se registren unos datos de empleo negativos, lo que podría suscitar miedo a la recesión.

A pesar de que esto puede ser motivo de volatilidad a corto plazo, el informe sobre el empleo de julio no fue del todo pesimista. Los datos indicaron incrementos salariales constantes y un repunte en el promedio de horas semanales, lo que debería contribuir a mantener el gasto. Los salarios semanales agregados, que constituyen un indicador fiable de las rentas agregadas del trabajo, aumentaron un 5,3 % interanual, lo que supone el mejor dato desde marzo de 2024. Dicho de otro modo, un mercado laboral en desaceleración constituye una dinámica normal de final de ciclo, aunque en esta coyuntura no parece recesivo.

Las elevadas valoraciones de las acciones representan el otro riesgo principal, ya que el S&P 500 Index cotiza a un múltiplo de 22,1 veces las ganancias previstas para los próximos 12 meses. Sin embargo, la valoración es conocida por ser poco fiable para determinar la oportunidad del mercado, y existen varios motivos estructurales por los que las valoraciones actuales parecen caras en términos históricos, incluida la composición del propio mercado. En la actualidad, sectores con un mayor PER, como la tecnología de la información, constituyen una mayor proporción del índice de referencia, mientras que los grupos que normalmente se negocian con unos múltiplos más bajos, como la energía, tienen un menor peso. Esto empuja al mercado en general hacia múltiplos más altos. Otro factor clave del aumento de los múltiplos son las actuales variables fundamentales, mayores que el pasado, y el hecho de que el índice muestre unos márgenes operativos más elevados, un mejor crecimiento de los ingresos, una mayor generación de flujo de caja libre y un menor apalancamiento.

Gráfico 3: La composición del índice admite mayores PER

A 31 de julio de 2025. Fuentes: Piper Sandler, FactSet, S&P.

Si bien estos cambios no pueden explicar en su totalidad el aumento de las valoraciones, es raro observar una contracción de los múltiplos en un contexto de elevado crecimiento de los beneficios y recientes rebaja de los tipos, como sucede en la actualidad. Aunque las valoraciones son elevadas en términos históricos, existen muchas razones para pensar que las acciones pueden mantenerse caras en los próximos años. Dicho esto, el resurgimiento en las últimas semanas de las «acciones meme» y las preocupaciones en el ámbito laboral apuntan a que puede que la relación entre riesgo y remuneración evolucione de forma desfavorable a corto plazo. En caso de que se produzca un leve retroceso temporal, creemos que los inversores a largo plazo se verían recompensados al inyectar liquidez en momentos de debilidad del mercado, ya que esperamos una probable aceleración de la economía (y por extensión, los beneficios de las empresas) en los próximos 12 meses.



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