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Las políticas sólidas, las reformas estructurales y el fuerte crecimiento de la última década han provocado una notable mejora de los mercados emergentes (ME). Si se comparan con los mercados desarrollados (MD), es evidente que se ha reducido la brecha de calidad crediticia. Si bien, desde la pandemia de COVID-19, los mercados desarrollados han experimentado un deterioro de sus métricas, la mayoría de los mercados emergentes han registrado tasas de crecimiento superiores, mejorando la sostenibilidad de su deuda y reforzando sus variables fundamentales.

En el presente artículo, argumentamos que, por lo general, la percepción de muchos inversores sobre los mercados emergentes no es ni justa ni precisa, sobre todo en el caso de aquellos menos familiarizados con esta clase de activos. Según nuestro análisis, en muchos casos, las variables fundamentales de los mercados emergentes superan a las de los mercados desarrollados. Ideas preconcebidas comunes, entre las que se incluyen el riesgo, la gobernanza deficiente, los altos niveles de corrupción y unos perfiles de deuda insostenibles, suelen ser imprecisas en el caso de la mayoría de los mercados emergentes.

Principales consideraciones:

  • Aspectos fiscales: ¿Es la consolidación el camino a seguir? Las perspectivas fiscales de los mercados emergentes nos parecen más prometedoras que las de los desarrollados. Esta divergencia se hace patente en indicadores fiscales clave, como el pago de intereses en relación con los ingresos, los saldos primarios y la relación entre deuda y PIB, lo cual traza dos sendas divergentes para estas dos clases de activos.
  • Crecimiento: El siempre importante diferencial. Una de las principales fortalezas de los mercados emergentes ha sido su diferencial de crecimiento con respecto a los mercados desarrollados. Las tasas de crecimiento son importantes en el contexto de la sostenibilidad de la deuda, ya que cuanto mayor sea la tasa de crecimiento, más expansiva puede ser la política fiscal sin afectar a los niveles de deuda. Esto quiere decir que un país puede tener déficits primarios más elevados sin que aumente su relación entre deuda y PIB. Dicho de otro modo, partiendo de unos déficits primarios de cero, contar con una mayor tasa de crecimiento permite que un país crezca más que su deuda.

Si bien todavía está justificado que los inversores diferencien entre los activos de mercados desarrollados y de mercados emergentes, estos últimos están mejorando hasta tal punto que algunos ahora se asemejan más a los primeros. La clase de activos de mercados emergentes no constituye un grupo homogéneo, por lo que todo análisis cuantitativo debe combinarse con un análisis fundamental por país para poder comprender plenamente los riesgos.



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