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Mi pensamiento mientras seguía la conferencia posterior a la reunión de política de la Reserva Federal (Fed) de mayo fue que el presidente de la Fed Jerome Powell ponía de relieve una contradicción reveladora en el actual debate público sobre las perspectivas económicas: todo el mundo habla del aumento de la incertidumbre, aunque también son muchos los que parecen haberse hecho una composición de cómo evolucionará la situación.

Uno de los temas recurrentes en la ronda de preguntas fue «¿por qué no han bajado los tipos todavía? ¿A qué esperan? ¿No son conscientes del brusco deterioro de la confianza? ¿Por qué no actúan ya, antes de que sea demasiado tarde?».

Y la respuesta que Powell reiteró una y otra vez fue algo así como «No podemos actuar de forma preventiva, ya que desconocemos a qué nos anticipamos».

La incertidumbre es real y se compone de tres niveles.

El primero es la incertidumbre causada por los aranceles. Las negociaciones en materia comercial están en proceso y desconocemos a qué niveles quedarán los aranceles cuando concluya el proceso. Actualmente se ha alcanzado un primer acuerdo general con el Reino Unido. Dado que Estados Unidos presenta un (ligero) superávit con este país y a pesar de ello se le aplica un arancel del 10%, parece justo suponer que el arancel general del 10% ha venido para quedarse. Esto podría contribuir de forma significativa al aumento de los ingresos. Sin embargo, en lo que a impacto económico se refiere, como ya he señalado en un artículo previo (Mi opinión: El día «T»), equivaldría a un impuesto al consumo del 2% como máximo a todos los bienes y servicios. De hecho, probablemente sería muy inferior, ya que se aplicarían exenciones, y el consumo sustituiría en cierta medida aquellos artículos con impuestos más elevados. Por lo tanto, su efecto en el crecimiento sería muy manejable. Aparte de esto, no sabemos nada más. Podríamos acabar con aranceles similares a los de los anuncios del «día de la liberación», cuyo efecto disruptivo sería importante. O podríamos acabar con aranceles mucho más bajos, mientras otros países reducen sus barreras tanto arancelarias como no arancelarias. Simplemente, no lo sabemos.

El segundo nivel es la incertidumbre económica. A medida que se confirmen y establezcan nuevos aranceles, reavivarán la inflación e incidirán negativamente en el crecimiento. ¿Qué repercusión predominará? Nuevamente, lo desconocemos. Dependerá, entre otros factores, de la estructura del nuevo régimen comercial: ¿Qué bienes estarán sujetos a qué aranceles? ¿Cómo responderán otros países? Una vez más, en esta fase todavía no lo sabemos.

Por lo tanto, como ha señalado Powell, la Fed todavía no sabe si debería tratar de prevenir un drástico repunte de la inflación o una profunda contracción de la actividad económica.

El tercer nivel de es la incertidumbre política general. El Secretario del Tesoro Bessent ha destacado recientemente que la estrategia económica del Gobierno engloba tres elementos interrelacionados: los aranceles, las rebajas fiscales y la desregulación. Al calificarlos de «interrelacionados» Bessent no se refiere únicamente a que el efecto económico será la suma de los tres, sino a que los ámbitos políticos son interdependientes, y que se refuerzan y apoyan los unos a los otros con miras a alcanzar los objetivos del Gobierno de potenciar la competitividad, relocalizar la producción manufacturera y adoptar gradualmente una perspectiva fiscal más sostenible.

Ahora bien, la caótica aplicación del componente arancelario no encaja del todo con la idea de una combinación cuidadosamente calibrada de tres componentes interrelacionados, pero es un hecho que los avances concretos en materia de desregulación y rebajas fiscales incidiría de forma muy importante en las perspectivas económicas. Nuevamente, el trabajo legislativo está en curso y todavía desconocemos con qué resultado final.

Pese a que Powell no lo mencionó, hay algo más que cabe destacar. Dado que buena parte de la incertidumbre tiene que ver con la política, no existen modelos económicos que puedan ayudar a la Fed a predecir lo que depara el futuro. No es cuestión de limitarse a introducir los datos adecuados en un modelo econométrico para obtener una proyección de crecimiento e inflación fiable dentro de lo razonable.

Tanto los consumidores como los dirigentes empresariales parecen entender que la incertidumbre realmente tiene dos caras. Como señaló Powell, la economía estadounidense mantiene una gran resiliencia. Los consumidores continúan gastando y la creación de empleo mantiene un ritmo suficiente para que el mercado laboral siga teniendo pleno empleo. Esto no hace que deba pasarse por alto el deterioro de los indicadores de confianza que, como reconoció Powell, ha sido muy marcado y rápido y debe tomarse en serio. Sin embargo, puede que todavía se produzca un descenso repentino en los datos de la actividad real. No obstante, por el momento la economía mantiene su solidez, lo que significa que el Gobierno todavía tiene tiempo para corregir el rumbo.

Los consumidores mantienen el gasto pese al deterioro de la confianza

2012–2025

Fuentes: Redbook Research Inc., Universidad de Míchigan, BLS, Macrobond. Análisis de Franklin Templeton Fixed Income Research. A 9 de mayo de 2025.

¿Cómo reaccionará la Fed si llega la estanflación? Como se expresó en la conferencia de prensa, en última instancia dependerá de si es el empleo o la inflación lo que constituye el mayor problema al desviarse en mayor medida del objetivo. Sin embargo, en primer lugar, creo que la prioridad de la Fed será centrarse en el efecto inflacionario de los aranceles para asegurarse de que siga siendo transitorio y no contribuya a efectos de segunda ronda a modo de mayores incrementos salariales y de precios. Así lo señaló Powell y tiene mucho sentido, dado que la inflación lleva cuatro años por encima del nivel objetivo y seguimos contando. Creo que la Fed no se apresurará a bajar los tipos. Y si la desregulación y las bajadas de impuestos nos dan buenas noticias, puede que no llegue a bajarlos.

La brecha de producción sigue siendo positiva—La inflación es lo que más preocupa a la Fed

1976–2024

Fuentes: Redbook Research Inc., Universidad de Míchigan, BLS, Macrobond. Análisis de Franklin Templeton Fixed Income Research. GCP representa el gasto en consumo personal. A 9 de mayo de 2025.

En lo que al aspecto fiscal se refiere, no cabe esperar una importante consolidación. Bessent asegura que el Gobierno está comprometido con llevar la política fiscal a una senda sostenible, aunque el sistema político estadounidense no parece tener prisa por iniciar esta labor. Creo que la probabilidad de que se produzca una importante reducción del gasto en los Estados Unidos es prácticamente la misma que la de que se introduzcan reformas de calado en el mercado laboral de la Unión Europea: inexistente. Es probable que la política fiscal sea positiva para el crecimiento, pero a costa de un año o más de grandes déficits fiscales, con evidentes repercusiones en las necesidades de endeudamiento y presión sobre los rendimientos.

La incertidumbre a la que nos enfrentamos sin duda tiene dos caras. Las negociaciones comerciales podrían desmoronarse y empujarnos de nuevo a una gran incertidumbre y al temor a una recesión en EE. UU. y a nivel mundial, lo que a su vez generaría expectativas de que la Fed bajase los tipos y con el consecuente descenso de los rendimientos de los bonos. Aunque, del mismo modo, el crecimiento podría volver a aumentar, lo que haría que la Fed se mantuviera a la espera y, con la complicidad de un déficit fiscal todavía importante, empujaría al alza los rendimientos de los bonos. En general, creo que esta última opción sigue siendo más probable. 

Para concluir, en sus últimas previsiones, que incorporan los aranceles del día de la liberación, el Fondo Monetario Internacional prevé un impacto mucho más negativo en la economía estadounidense que en el resto del mundo, algo que actualmente parece formar parte de la opinión generalizada, aunque esto está en oposición directa con todo lo que nos dice la economía. Estados Unidos no solo es una economía grande y mayoritariamente cerrada, en la que el comercio tiene un papel relativamente reducido, también presenta un déficit comercial muy grande, lo que significa que muchos otros países dependen de forma crucial del consumo en EE. UU. para impulsar su propio crecimiento. Recuerda el dicho de que cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se resfría? Sigue estando vigente. Un escenario de guerra comercial sería negativo para Estados Unidos, aunque lo sería en mayor medida para el resto del mundo.



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