Volver al contenido

El «beatle» George Harrison escribió «It’s All Too Much» (Es demasiado) tras experimentar con el LSD. Aunque el tema sobre esta droga alucinógena no fue un éxito comercial, por extraño que parezca, refleja el sentir general en el Reino Unido tras una década frenética marcada por el Brexit, la COVID-19, el aumento de la inflación, la subida de los tipos de interés y el paso, en los últimos 14 años, de siete responsables de la cartera de Hacienda y cinco primeros ministros (tres de ellos en los cuatro últimos años).

En las democracias es normal que los partidos políticos atraviesen dificultades tras 14 años en el gobierno, ya que suelen quedarse sin ideas o verse sumidos en divisiones internas y son incapaces de desvincularse de su historial. En los dos últimos años, las encuestas previas a las elecciones de 2024 en el Reino Unido se han mantenido muy estables, apuntando un sorpaso del opositor Partido Laborista al Partido Conservador y Unionista por un margen de aproximadamente 20 puntos porcentuales. El primer ministro Rishi Sunak ha convocado elecciones anticipadas para el 4 de julio, cogiendo a la mayoría por sorpresa —y posiblemente complicando los planes del embajador de Estados Unidos con motivo de las celebraciones del Día de la Independencia de ese país—.

Por suerte la campaña será breve (seis semanas) pero también inusualmente insulsa. En general, tanto Sunak como el líder laborista son considerados faltos de carisma, lo que contribuye a la ausencia de una agenda robusta. Los temas que acaparan el debate son la inmigración (en exceso) y los servicios públicos, entre ellos el Servicio Nacional de Salud (no lo suficiente). Los conservadores hablan de los problemas de la guerra cultural intergeneracional, de bajar los impuestos a los pensionistas y de recuperar el servicio militar a los 18 años, y parecen tratar de defenderse del Partido Reformista de derechas con sus planes de deportar a los inmigrantes indocumentados a Ruanda. El Partido Laborista se muestra muy vago en lo que a política que refiere, posiblemente para evitar alienar a los votantes de centro.

Existe un debate sin resolver sobre la filosofía de la fiscalidad, las prioridades de gasto y las reformas estructurales. Esta podría haber sido una oportunidad única para preguntar a los votantes si quieren que el Reino Unido se parezca más a los Estados Unidos, con impuestos bajos y un escaso gasto social, o a la Unión Europea (UE), con mayores impuestos y unos servicios de apoyo social sólidos, entre ellos el cuidado de los niños, la vivienda y la enseñanza.

Gane quien gane, el punto de partida es deficiente. La economía prácticamente no ha crecido, la productividad ha sido escasa desde 2008 y los salarios apenas han aumentado en términos reales en los últimos 14 años1. Ha resultado complicado hacer frente a la inflación provocada por los precios de la energía y la subida de los tipos de interés ha aumentado la presión sobre los consumidores. Las cuentas públicas están al límite y el coste de financiación del Reino Unido es mayor debido al presupuesto erróneo2 de septiembre de 2022. Para financiar toda inversión que pretenda reparar los servicios públicos será necesario subir los impuestos o endeudarse más. Además, existe la necesidad urgente de reinvertir en las capacidades de defensa y aumentar todavía más los requisitos de financiación.

El país parece estar atrapado en un contexto de crecimiento débil, escasa productividad y una desigualdad relativamente alta. Sin embargo, los dos partidos principales ignoran lo evidente: que cualquier solución requerirá financiación mediante deuda o un aumento de los impuestos, o ambos. En el Reino Unido, el impuesto sobre la renta se sitúa entre el 20 % y el 45 % y el de las plusvalías entre el 10 % y el 28 %. Parece probable que se armonicen, lo que reduciría el traslado de los ingresos a la inversión (en bienes inmuebles, por ejemplo) con el objetivo de minimizar los impuestos pagados. Según las previsiones, esta armonización permitiría aumentar la recaudación en aproximadamente 16.000 millones de GBP3 al año y, dado que tan solo un 3 %4 de los adultos del Reino Unido pagan este impuesto, podría ser un movimiento astuto desde el punto de vista político.

Existe la expectativa general en el mercado de que la economía del Reino Unido acabará saliendo de este atolladero, aunque a un ritmo dolorosamente lento, a menos que se pueda aumentar la productividad. La demografía plantea uno de los obstáculos. No es posible aumentar fácilmente la mano de obra, porque la tasa de participación de las mujeres en esta ya es del 72 %5. Además, aparentemente, el país tiene 9,4 millones de personas económicamente inactivas6 de entre 16 y 64 años, más que antes de la pandemia de COVID-19. Por otra parte, la tasa de desempleo desestacionalizada en los tres meses transcurridos hasta abril aumentó considerablemente, situándose en el 4,4 %7.

Las restricciones fiscales y los problemas de productividad no son los únicos, y los mercados de capitales parecen ser optimistas con respecto a la perspectiva de un cambio de gobierno, con la expectativa de que el rumbo político sea propicio al crecimiento, aunque se muestran cautos con respecto a la política fiscal. Las reformas por el lado de la oferta, la estabilidad de la política económica y, posiblemente, un esfuerzo coordinado por suavizar las relaciones con la UE podrían contribuir a generar confianza y facilitar los flujos comerciales. Los inversores parecen descontar beneficios para la banca, las constructoras y el comercio minorista de alimentación, aunque las perspectivas son más sombrías para el sector energético, ya que los líderes laboristas han manifestado su intención de ampliar o aumentar el gravamen sobre los beneficios de la energía.

El mercado de valores del Reino Unido no está especialmente barato con una ratio precio/beneficios a 12 meses de 11,58 y aunque su rentabilidad por dividendo del 3,7 % es bienvenida, no es la mejor del mundo8. Los resultados del ejercicio hasta la fecha sugieren que podría estarse reavivando el interés y, a medida que la inflación se relaje gradualmente, es probable que los inversores esperen una importante reducción de los tipos de interés.

El mercado de renta fija reconoce que el Partido Laborista debe estar dispuesto a cumplir dos mandatos, porque su proyecto no puede realizarse en cuatro años, por lo que la ortodoxia fiscal está prácticamente garantizada. El reciente repunte de la tasa de desempleo y el descenso gradual de la inflación indican que los tipos de interés podrían estar alcanzando máximos. Además, dada la baja probabilidad de vuelva a repetirse un episodio «Stranger Things» como el de Liz Truss, los inversores en bonos pueden sentirse cómodos con los Gilts a 10 años al 4,33 %9.

La libra esterlina ha disfrutado cierta estabilidad y ganado terreno frente al euro en lo que va de año, ya que los mercados esperan que el Banco de Inglaterra reduzca los tipos de interés más lentamente que el Banco Central Europeo. El cambio de gobierno, la percepción de una reducción de las tensiones comerciales con la UE y creemos que la expectativa de estabilidad y de una orientación política ortodoxa podrían ser más favorables a la libra esterlina durante este año.

Por último, la city londinense, que desde el Brexit ha estado sumida en una crisis, ya que los volúmenes de empleo y transacciones se han trasladado a la UE y algunas empresas tecnológicas atractivas han optado por cotizar en Nueva York, parece mostrar un cauto optimismo. Son varias las ofertas públicas iniciales pendientes, tras Raspberry Pi (fabricante británico de microordenadores valorado en 540 millones de GBP), e incluyen a Shein (empresa china de moda rápida con sede en Singapur) y DeBeers (gigante de diamantes sudafricano), que se rumorea que fue lanzada por Anglo American como parte de un plan de reestructuración.

En un mundo en el que las bolsas y las economías están en constante evolución, parece que existe un sentimiento de optimismo prudente. Puede que sea el momento de cantar otro tema posterior de George Harrison: «Here comes the Sun».



INFORMACIÓN LEGAL IMPORTANTE

Estos materiales reflejan el análisis y las opiniones de los autores en las fechas de publicación indicadas, y pueden diferir de las opiniones de otros gestores de carteras, equipos de inversión o plataformas de Franklin Templeton Investments. Su finalidad es satisfacer el interés general únicamente, por lo que no deberá interpretarse como un asesoramiento de inversión individual ni como una recomendación o invitación para comprar, vender o mantener valor alguno o adoptar cualquier estrategia de inversión. Tampoco constituye asesoramiento jurídico ni tributario.

Los enlaces pueden llevarle a páginas web o medios de terceros directamente o a través de nuevas ventanas del navegador. Le instamos a examinar las políticas de privacidad, seguridad, condiciones de uso y otras aplicables de cada página que visite. Las páginas web, software y materiales de terceros las utiliza usted bajo su propia responsabilidad. Franklin Templeton Investments (FTI) no controla ni asume, avala o acepta responsabilidad por el contenido, herramientas, productos o servicios (incluido cualquier software, enlaces, publicidad, opiniones o comentarios) disponibles en sitios web o software de terceros o a través de ellos.

Los comentarios, las opiniones y los análisis recogidos aquí son las opiniones personales expresadas por el gestor de inversiones y su finalidad es meramente informativa y de interés general, por lo que no deberá interpretarse como un asesoramiento de inversión individual ni como una recomendación o invitación para comprar, vender o mantener valor alguno o adoptar cualquier estrategia de inversión. Tampoco constituye asesoramiento jurídico o tributario. La información facilitada en este material se suministra a la fecha de su publicación y puede cambiar sin aviso previo y no es un análisis completo de cada hecho material en relación con cualquier país, mercado regional o inversión. El uso de la información contenida en cualquier publicación de este sitio queda a la entera discreción del lector.

CFA® y Chartered Financial Analyst® son marcas comerciales propiedad de CFA Institute.